viernes, 17 de junio de 2011

Por las Curvas de Jayuya…


Para llegar a Jayuya tomamos la Carr. 149 de Ciales.
Hicimos una breve parada en este hermoso mirador donde alimentamos la vista con el verdor de nuestra tierra “riqueña”.


Nos desviamos por 146 pasando por varios caminos vecinales. Cuando digo “caminos” me refiero a “caminos”. Están embreados pero son BIEN estrechos (tanto así que ya ni aparecen en el mapa). La Silver Van pasó la prueba y subió por todas las cuestas extremas y bajó por todas las “jaldas” que nos presentó este estrecho camino.


Gracias a Dios, como no aparecen en el mapa, no nos encontramos a nadie de frente (no se como hubiéramos resuelto ese evento). Fue toda una aventura (una de mis partes favoritas de este viaje) y las vistas espectaculares. Los caminos vecinales nos mantuvieron muy entretenidos hasta llegar a la carr. 141.


Esta nos condujo al pueblo de Jayuya.
Este pueblo está muy bien conservado y limpiecito. A Lola le llamó la atención como las tiendas acomodaban la mercancía en las aceras…


Esta es la Catedral de Jayuya en la plaza.


Al salir del pueblo nos dirigimos hasta el Hotel Hacienda Gripiñas (chulísimo), donde muy amablemente nos facilitaron un mapa “home made” de las atracciones turísticas de Jayuya y una breve orientación.


Visitamos primero el Museo Casa Canales ($1.00p/p) donde se destaca la figura y obra de la Familia Canales (Rosario Canales, Nemesio Canales, Mario Canales y Blanca Canales). Esta casa fue fundada por don Rosario Canales (el primer Alcalde de Jayuya) a finales del Siglo XIX y en ella podemos apreciar la arquitectura y mobiliario típicos de la época.






En el mismo lugar está el Museo del Cemí ($1.00p/p), el cual se encuentra dentro de una estructura cuya forma le hace honor a su nombre…



La vista de la entrada y salida del museo desde adentro...



Dentro del mismo hay una exhibición de objetos taínos con una breve descripción sobre sus usos. En la sala de arriba (subiendo estas escaleras) exhiben unos afiches con fotos de petroglifos taínos que puedes encontrar en distintos municipios de Puerto Rico.


Al fondo, un mural de recreaciones de los petroglifos taínos.


De aquí pasamos a la Hacienda San Pedro… A tomarnos un buen Café…


Allí nos atendió Don Roberto Atienza, quien nos habló sobre las diferencias de los granos...


y nos preparó esta delicia…
Soy cafetera… que les puedo decir… no hay nada mas sabroso que un café de mi tierra. Compramos 1 libra de caracolillo que aromatizó la Silver Van por el resto del camino.


Finalmente paramos en “La Piedra Escrita”.


Bajamos por un lindo paseo tablado que tenía varios “gazebos” en los cuales te podías detener a disfrutar la vista.


Pero no nos detuvimos en ninguno, teníamos la vista fija en nuestro objetivo “la charca”.


Estuvimos disfrutando de la frescura del agua y el salto de la piedra escrita (donde te paras sobre los petroglifos taínos) por varias horas…

Nos acostamos después bajo el sol, sobre estas piedras a calentarnos como las iguanas y a disfrutar de un delicioso picnic de emparedados, fruta fresca y mucha agua.


De salida... Los Tres Picachos... Pero esa es una aventura diferente...

1 comentario:

  1. Básicamente he hecho su mismo recorrido al leer su experiencia. Me propongo llevar a cabo una aventura parecida a la suya, pues sus notas abrieron mi apetito por ir a ver algo más que el aerostato. Gracias.

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